LA CARA QUE NADIE TE CONTÓ DE TENER UN PERRO
y el daño de tus inmensas expectativas
En este artículo te desvelo la cara que nadie te contó sobre tener un perro, el daño que tus expectativas hacen a vuestra relación y cómo solucionarlo, espero que os guste.

Al principio, antes de que tu compañero canino llegara a tu vida, probablemente tenías una idea ya en la cabeza de “cómo iba a ser ese perro”.
Las cosas que ibais a hacer juntos, lo inteligente que iba a ser, lo fácil que iba a ser educarlo, las horas que ibais a pasar jugando juntos, lo sociable que iba a ser, lo bien que se iba a llevar con el resto de miembros de tu familia…
Y en tu cabeza, creaste sin darte cuenta una realidad idílica, dónde tu perro iba a “solucionar” todos tus problemas y tú ibas a ser feliz.
Y llegó el día, tu perrito ya está en casa, ese que va a convertirse en tu compañero por el resto de su vida. Un ser peludo, achuchable, inocente, con “perronalidad” propia y completamente inconsciente de tus INMENSAS EXPECTATIVAS.
Los primeros días, estás emocionad@, tu nuevo compi acaba de llegar, quieres que todos tus amigos lo conozcan, que vean que perro más bueno, guapo y listo tienes. Así que te empieza a entrar la prisa. Prisa por llevarle a todos sitios, por presentarle a los perros de tus amigos, por que conozca a toda tu familia, a tus vecinos… Y sin darte cuenta, empiezas a exponer al perro a mil millones de estímulos y este empieza a estresarse y a comportarse “mal”.
Tu perro se comporta «mal» cuando no sabe cómo gestionar la situación. Y se estresa por diferentes motivos:
- Porque no hay ninguna rutina y esto hace que no pueda prever qué es lo que va a pasar.
- Porque nadie comprende su lenguaje.
- Porque le llevas constantemente a sitios donde hay demasiados estímulos para él (ruidos, coches, bicis, otros perros, muchas personas…)
- Porque le planteas «problemas» que no sabe resolver…
En resumen, Él no encuentra en ti la ayuda que necesita.
Y toda nuestra fantasía idílica empieza a desmoronarse, el perro no es cómo creíamos que iba a ser, tiene miedo a las personas, no es cariñoso, no sabe relacionarse con otros perros, ladra constantemente, rompe cosas en casa, tira de la correa, cuando lo llamas no te hace caso… y te enfadas. Te enfadas con él porque te ha decepcionado, porque cada vez que sales a la calle te juzgan, incluso te dicen: “qué perro más maleducado tienes…”
Y caes en un círculo vicioso de emociones como son el enfado, la rabia, la tristeza, el miedo, la desesperación y empiezas a frustrarte por no saber qué hacer.

“¡ESTO ME SUPERA!”, seguro que lo has dicho en voz alta más de una vez…
Pero… ¿y el perro?, te has parado a pensar ¿Cuántas veces tú le has fallado a él?, ¿te ha pedido ayuda y no has sabido dársela?, ¿has ignorado sus señales de incomodidad?, ¿le has “obligado” a hacer algo que él no quería? ¿le has regañado por algo porque si no te iban a mirar mal?
Para tu compañero tampoco es fácil cumplir con tus expectativas, también se siente frustrado e incomprendido, él también lo pasa mal…
Y nadie te engañó, tener un perro es maravilloso, pero requiere tiempo, formación y esfuerzo, porque nadie nace sabiendo… Y no, tu perro tampoco nació sabiendo comportarse «bien»…
Tenemos que entender que son una especie distinta a la nuestra. Que tienen necesidades diferentes y que nuestro mundo, la mayoría de las veces no se adapta a las necesidades de nuestros perros.
Aun así, la realidad siempre supera a la ficción, todo depende de cómo quieras verlo.
Si tú quieres, puedes formarte, puedes aprender a entender más a tu animal, puedes aprender a satisfacer sus necesidades, puedes ayudarle a superar sus miedos. Puedes aprender a gestionar tus emociones y convertirte en el mejor guía para tu perro, en su referente de calma y seguridad.
Y sobre todo, Puedes aprender a disfrutar con tu perro y a tener una convivencia sana y equilibrada.
¡Todo depende de ti!
¿Te animas a convertirte en el mejor guía para tu perro?